Tractatus Imago Veritatis

lunes, 24 de septiembre de 2007

Consideraciones Previas

1.1 De lo que ves, todo lo que ves, es verdadero. De lo que no ves nada de lo que no ves es cierto. Las apariencias no engañan, sólo se equivoca el observador.
El observador se equivoca o ignora. La imagen no engaña. Simplemente el observador no sabe interpretar. La interpretación de los signos de la naturaleza es un camino largo de toda la historia.

1.2 Las cosas son tan absolutamente sencillas que se revisten de complejidad. Son tan absolutamente complejas que se esencian en la sencillez.

1.3 La forma pura es simplemente un esquema, una muleta para comprender el mundo. Del mismo modo el número re-presenta la estructura de lo real aunque no la conforma. De forma análoga la luz no lo es todo, simplemente es un número real frente al irracional que representa la sombra.

No existe necesidad entre luz y sombra sólo gradación de la verdad.

La realidad tiene una parva materia que el ojo del poeta, del matemático, del filósofo, el físico, el artista (en el sentido mítico de los términos), limpia para ver su realidad.

No existe una esencia suprasensible. Ni número, ni forma, ni símbolo. El número, la forma, el símbolo, son representaciones, digestiones de la realidad para que el hombre las maneje.

El ser humano necesita instrumentos para manejar el mundo.

La metáfora es el instrumento humano por excelencia.

Hay que evitar el riesgo de confundir la metáfora, el símbolo con el objeto real, de fetichizarlo. No hay que olvidar que son imágenes mnemotécnicas de la realidad y que la realidad no es sino una y múltiple.

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Descubrir y des-velar la esencia del personaje. El adagio “llegar a ser quien se es” se consigue con el esfuerzo de toda una vida. Su única aparición se da en el instante fotográfico o pictórico que re-presenta al sujeto en si, siendo su apariencia incontrolable bajo la mayéutica del retratista, el fotógrafo, el pintor que capta lo que es capaz de desvelar por unos instantes. Durante ese instante infinitesimal en el que la luz se hace cuerpo en el soporte fotográfico, esa imagen no es otra cosa sino la persona, el personaje, lo que es: la realidad, la vida.
El retrato puede ser instantáneo, cosa que en la pintura no es posible. Al destinar un largo tiempo a la realización del retrato la primera impresión –esa impresión que todo lo sabe y todo lo ve- se va diluyendo en las sucesivas reflexiones de cada pincelada. Por eso la pintura no es un “arte directo” sino puramente reflexivo. La fotografía, en cambio, tiene la capacidad y la dificultad de ju(z)gárselo todo a un instante incluso a diversos y sucesivos instantes pero las posibilidades de éxito no aumentan por la posibilidad de “acribillar a instantes” a un sujeto. Es un arte cualitativo y no cuantitativo (de ahí el error supremo de los grandes formatos por sí mismos y no por petición de la imagen) en el que todo se decide en un trazo, cómo el éxito del trazador del ideograma o la caricia adecuada que deja a merced del acariciador el cuerpo y el alma del ser acariciado. Una caricia que puede ser un disparo, que puede ser un arrancar de cuajo, una mirada de soslayo que hace de su fugacidad su propia eternidad. Del mismo modo que el tiempo transcurre entre tres instantes –pasado, presente y futuro- la imagen fotográfica gravita sobre esos mismos ejes en equilibrio. La percepción del instante exacto no puede ser real, en ese momento el obturador está actuando e impide la visión, el sujeto es incapaz de detener ese instante, ni siquiera definirlo exactamente, el fotógrafo dispara a sabiendas para dejar su mirada sumida en un instante de ceguera para la eternidad. Ese instante al que tiene que renunciar el fotógrafo lo devuelve al mundo en forma de obra.
El fotografiado establece un acuerdo con el fotógrafo: permite ser captado a cambio de su perduración en el tiempo (o de su uso burocrático) Cuanto mayor es la expectativa más difícil es posar. De ahí esa caras de "circunstancia" porque hacen del momento fotográfico una circustancia y eso es el error imperdonable. Esos rictus, esas poses forzadas tanto clásicas como supuestamente informales. La gente se abraza cuando va a ser fotografiada. Existe en esta característica un porqué claro. Se tiene miedo a entrar en ese momento que se dona a la imagen (sustraído por la cámara de la visión del fotógrafo y del control y percepción del fotografiado) y se prefiere entrar acompañado, tocando otro cuerpo, creando una falsa "circunstancia". Esto nos llevará más adelante a afirmar que el cuerpo es mente, aunque mente sin memoria. La memoria la aporta la fotografía. De las distintas formas de fotografía –documento burocrático, documento gráfico, social, de recuerdo... – sólo una es la que nos ocupa y esta es la fotografía de retrato esencial. Esta fotografía se diferencia de la de reportaje y la de documento porque hay una voluntad y un control expreso por parte del fotógrafo a des-velar y des-cubrir la esencia de la persona o, dicho de otro modo más clásico, su alma. Tienen razón al temer el robo del alma los pueblos que temen la fotografía. Se les roba un instante, se les enajena para siempre. Ya no van a estar sólo en sí mismos sino que van a estar también en otro lado, bajo la influencia de otros y, con la proliferación de tecnología y el sistema digital, potencialmente esparcidos en innumerables imágenes. Esas imágenes ya no son copias del original, son el original mismo. De esta forma se multiplica la individualidad del retratado generando un numero indeterminado de originales. Este “estar en todos los lados” aturde y asusta pero es agradecido al mismo tiempo. Causa una sensación extraña la posibilidad de llegar a ser la momia de Lenin. Estar expuesto a todos, no haber perdido la imagen disgregándose en cenizas o disolviéndose en la putrefacción, pero comparecer cadáver al devenir de los tiempos – cuando es precisamente eso el morir: salirse del tiempo- produce una lógica inquietud. Algo de la naturaleza de esa inquietud perciben esos pueblos a los que les asusta ser fotografiados y nosotros mostramos una poco consciente dejadez al permitirlo. Todo esto sucede, claro está, en un plano teórico, tan débil como una oblea eucarística, no alimenta más que el espíritu del creyente. Pero no todos somos creyentes y no es sensato pedirles a los demás que lo sean. Todo este proceso de enajenación de la imagen sólo tiene lugar de forma patente, incluso físicamente, en el caso de las grandes y duras fotografías. Fotografías tan escasas como los buenos óleos, entremetidas en la pléyade de imágenes que nos invaden y nos circundan. Estamos hablando de la fotografía esencial. Cuando Richard Avedon fotografío a una Marilyn distraída, hondamente triste, como un muñeco roto, estaba en uno de esos escasos momentos que sólo los grandes pueden conseguir. No es cuestión de suerte. Puede ser suerte acertar a un número de la ruleta, incluso librarse por una confusión burocrática de la cámara de gas. Una fotografía como la de Avedon es imposible que sea fruto de la suerte o la casualidad. Es totalmente creíble que alguien que no sabe jugar a la ruleta gane apostando. En cambio la consecución de las circunstancias de la fotografía de Marilyn tiene tantas probabilidades de ser fruto del azar como que una persona que nunca haya tocado el violín interprete de forma casual y magistral el concierto de n2 de Mendelsohn. Allí radica el arte: en el control y en el resultado. Las fotografías sin control son documentos que pueden ser muy interesantes como tales pero sólo en el control se da el arte y ese instante que se perpetúa en el original multiplexado.

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Tenemos que desafiar la convención antigua del original y la copia. Desde que tenemos los sistemas digitales ha desaparecido ese quiasmo metafísico convirtiéndose todo en un potencial tesoro único, una suerte de individualidades exactas accesibles y disponibles. Puedo evitar que mis fotografías analógicas sean copiadas pero sería absurdo, sonaría mal (atendiendo al puro sentido etimológico de absurdo) que intentase impedir la copia y distribución digital de una de las imágenes tomadas con un dispositivo digital y cuyo arte final sea un conjunto de datos digital, esto es: una imagen. Independientemente de su naturaleza...

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Existen muchos tipos de fotógrafos, de hecho el único nexo en común entre todos es la utilización de herramientas semejantes. La fotografía que me interesa es la fotografía que expresa un mundo y al mismo tiempo traduce ese mundo. Entre la expresión y la traducción hay un espacio enorme. Tomemos como ejemplo el retrato. En el retrato existe la expresión del retratado y la traducción del fotógrafo de esa expresión. Esa expresión no siempre es consciente y voluntaria en el sujeto retratado sino que es más valiosa cuanto más esencial y fundamental sea. Un retrato con un tono impostado donde el sujeto toma las riendas de la obra no tiene más que un interés documental. Podemos decir: mira, quiso aparecer así. Pero ¿nos interesa realmente como quiere aparecer alguien o es más importante cómo es? En mi caso la respuesta es evidente: la esencia de la persona es el valor del retrato. Ahora bien, el proceso de sacar esa “esencia” es la labor más dificultosa. Es sumamente placentera pero tiene sus sinsabores. A veces el retratado es refractario a mostrarse y más a reconocerse en la imagen. Hay que sacar lo que son, quieran o no. Mostrar lo que son y, muchas veces, descubrírselo. La labor del fotografiar se convierte entonces en una suerte de mayéutica de la imagen, de la persona bien de una forma suave o brusca, depende del caso. Esa mayéutica se desarrolla de muchas formas y no sólo a través del diálogo verbal; el corporal, el sensorial y el situacional toman parte activa y principal en la labor de sacar lo que hay, con fórceps o de forma natural de forma análoga a un parto.

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La belleza es una actitud, la pose una impostura.
No buscar poses. Simplemente actuar, hablar, escuchar... Y captar en el instante la esencia.
La mirada debe ser reversible y no esconderse tras la lente, tras la cámara.
A través de la fotografía se muestra la esencia porque las apariencias no engañan, a lo sumo se malinterpretan. El ojo no miente. La imagen es tan absolutamente verdadera que nada se escapa.
La fotografía es una herramienta para profundizar en el conocimiento del mundo y en su explicación. El retrato del ser humano es una labor del fotógrafo y el modelo de conocimiento mutuo ya que nada escapa a esta interpretación re-presentación fotográfica que esencializa lo que se es.
Actualmente, la fotografía posee las condiciones de posibilidad de superar a la pintura, siempre un poco tramposa.

Resurgir de las cenizas del último incendio del alma, un alma que ha quedado arrasada, los últimos estertores del último YO. Volver a ser quien se era gracias a la disolución en uno mismo. “Derretirse en su propio jugo” dejar de ser y volver a ser el otro que fue desde siempre y siempre volverá a ser, a la espera del próximo incendio, la próxima inundación, el siguiente y nunca último YO en el tiempo. Ser de nuevo el de siempre, ser de nuevo el siguiente. Todo en una imagen. Porque no es más que una imagen.

El la relación es entre el fotógrafo y la modelo, el resto de la gente son accidentes.
El fotógrafo no dispara indiscriminadamente, del mismo modo que el buen pintor no da pinceladas al azar. Donde no hay control no hay arte. En todo caso puede crear las condiciones de posibilidad en un determinado momento y disparar repetidamente.
Un retrato no es azarístico. Nada le es dado al azar.
No es una cuestión entre la cámara y el sujeto sino entre dos sujetos. No hay sujetos fotogénicos/no fotogénicos sino operadores/fotógrafos/directores incompetentes.
El fotógrafo obtiene lo que quiere obtener. Si alguien se le resiste es incompetencia del fotógrafo.

“¡no me parezco en la foto!”
- “Te Parecerás”

La cámara y la calidad de la óptica es poco importante, es algo similar a la importancia de la pluma en la escritura, cuanto mejor sea más a gusto se escribe. Todos sabemos lo incómodo que es escribir sobre una superficie dura en un papel muy fino con un bolígrafo poco fluído y de trazo raquítico. Pero si hay algo importante que escribir, si hay algo que decir se escribe. Se puede escribir una novela en servilletas o en infolios. Lo mismo da. O casi.
La foto no sale, se hace. Ni siquiera en el fotoperiodismo. Hermano inculto de la fotografía.

La fotografía es más agradecida que la poesía porque tiene grados intermedios y la poesía (sobre todo la lírica) es pésima (casi siempre) aceptable (lo cual es no decir nada) y sublime (raras veces).

Hacer una fotografía es interpretar el mundo.
La vida sin interpretación no es nada. Hechos vacíos. La interpretación lo es todo.
Todo es interpretar pero es abominable la expresión de “PROPUESTA”
No hay que proponer hay que indicar “Así son las cosas” y punto. La “Propuesta” tiene algo de cobardía y de inseguridad. Hasta las inseguridades de uno hay que afirmarlas aunque luego se modifiquen.
OPCIONES y elegancia
Cómo se haga depende de cada uno. Tomar una cámara instamatic de los años 80 es una opción tan acertada o desacertada como tomar una cámara técnica.

La fotografía es una sucesión de elecciones. Por eso está regida por la elegancia que no es otra cosa que saber elegir. Cada vez podemos ser más elegantes y más zafios gracias a los medios y formatos. En 1840 había menos medios técnicos pero ya había elegancia. Si sumamos todos los factores tendremos obras únicas, el asunto es que sean buenas.

El problema de los guiños adolescentes en el peor sentido del arte moderno.
La fusión y la ironía como refugios agradecidos pero vacíos casi siempre.
El chiste fácil sobre sexo o equívocos, la foto fácil “escandalosa”.

El simbolismo facilón. Si quieres encerrar crípticos contenidos hazlo de forma bella. Encriptar por encriptar no es nada.

Mörike // Was aber Schön ist, selig Scheint es in ihm selbst // Pero lo que es bello posee dentro de si la bienaventuranza //
Esta se encuentra en el píxel.

"Parva disposizione della materia" ante la cual el artista debe escoger y deducir lo bello de los principios de la naturaleza.
Estos principios están en la optica, en la aberración cromática, en la intensidad de la luz., con el proceso se deduce lo bello, se saca la Fisis

Si el ver es el saber, la mirada es el bisturí que saca la verdad, lo, no oculto, pero si entreverado... (Frente a la verdad Heideggeriana como des-velamiento, tenemos la verdad entre-verada )

Los procesos de la mirada (instantaneos y simultáneos)
Ver
Saber
Interpretar
Saber
Ver

Yo me hago él/ello/ella y el/ello/ella se hace yo en el deslizamiento entre las dos miradas. A punto de perderse la lógica de la identidad (Ver Leibniz y Through the looking glass) tiene lugar el MOMENTUM el BLINK heideggeriano.

Hay que alejarse de la ingente cantidad de imágenes y “saberes” actuales para poder adentrarse de nuevo desde la inocencia del que, sabiendo, ha olvidado.

Un estilo. Cuerpos caras, bellezas solas, conscientes de su soledad, solipsistas que sólo salen de su encierro monádico por la mirada del espectador a través del hermeneuta, del médium, del fotógrafo. En la imagen en movimiento a través de la cámara lenta.

EL ACTO FOTOGRAFICO

En el lugar donde se realiza la fotografía se crea un templo.
En el lugar donde se visiona se crea un templo.
En el momento de visionarlo, ya sea una revista o una instalación se vuelve atrás... y el atrás es delante y es ahora.
El Tiempo sagrado es un tiempo mítico primordial que se hace presente.
Toda fiesta religiosa consiste en la reactualización de un acontecimiento sagrado que ha tenido lugar en un momento mítico. La fotografía expuesta al público es una fiesta religiosa

Celebremos el momento de las fotos extraordinarias.

El Tiempo es la imagen. La imagen es el tiempo. La imagen sagrada es el tiempo sagrado.

La fotografía Transubstancial es la imagen de un acontecimiento que ha tenido lugar en un momento eterno. Ese es el acto fotográfico y su contemplación en lo físico.

El tiempo original es sincrónico. Es el tiempo en el que se entra a través de la fotografía.

Romper el ser al falsificar la sombra.

Un objeto sin su sombra está cojo o mejor dicho, tuerto... nos hace tuertos.

Las apariencias no engañan. La imagen es verdadera y es verdad. Imago verum est. Es verdadera porque no engaña y es verdad porque no puede ser de otra forma. La imagen de rayos X o la infrarroja también son verdad. El asunto es sacar una parte u otra de la verdad.
El proceso en BN es verdad. Yo escojo esta verdad o la otra. O la otra... hay infinitas relaciones de verdad en la imagen. En el proceso de visión.

Sé lo que veo porque veo lo que sé y veo lo que soy. Si soy vulgar veo lo vulgar. Si soy extraordinario veo lo extraordinario. Si soy feo veo lo feo. Si soy esencial veo lo esencial. La cámara es una herramienta para transmitir lo que veo. No es un fin sino un medio. La imagen es un fin. Un objeto imperecedero y eterno que va variando con el tiempo.


Ver=saber=Decir=Pensar=Ser
La fotografía como conceptualización del conocimiento por la imagen.
El conocimiento Deíctico. La gnosis de la imagen.
La diferencia entre la fotografía y la pintura y escultura. Superioridad de la fotografía en el sentido griego de Representación de lo divino.
La parva materia filtrada por la técnica (luz, proceso, lente, soporte)
Los distintos tipos de imagen.
-Documental (ciéntífica, identificativa, divulgativa)
-Artística (+ elegante pero cercana a la idolatría)
-Epistémica

La épistémica tiene principio y fin. Las otras necesitan referentes exteriores en cambio en la epistémica se da una cierta suficiencia de sistema cerrado (¿autorreferente o no? Gödel)

La foto identificativa: DNI
La foto científica: Cartográfica
La foto divulgativa: el Che muerto (fotoperiodismo)
La foto de fotógrafo Hueca, sin principio ni fin (en ambos sentidos de principio y de fin: sin principios más que técnicos y sin fin más que el objetivo materialista)

Los fotógrafos:
El que considera que su mirada no modifica el objeto/sujeto y no se considera modificado no sabe por donde se anda. Es un pretendido autómata que no capta el ruido seco y sordo de su acto.

/// Qué es fotografía Psicomental ///

Imagen, imaginación, imaginarse… etimología
Doble vínculo
Posar
El sujeto
El gerundio
El tiempo. La fotografía es la imagen del vacío de estar siendo,

El acto de ser fotografiado a sabiendas, para la mayoría de los fotógrafos y modelos es el acto de posar. La fotografía Psicomental consiste en no “transformarse por adelantado en imagen” como argumenta Barthes. Sino en que el cuerpo se haga imagen, se “imagine” y la imagen se haga cuerpo. Ese “imaginarse” consiste en la propiedad de corresponder la corporeidad con la mente, uniendo lo que es ya lo mismo de raíz, aunque tendamos , desde Platón, a diferenciarlo. Ser imagen, ser cuerpo y ser mente se aúnan en el acto fotográfico sólo en determinadas circunstancias. Es la textura del cuerpo, del ser, del estar siendo detenido en ese momento fundacional del cuerpo y de la imagen la que debe ser capturada en forma de doble vínculo.

El deseo del fotografiado es que la imagen coincida con su yo. A menudo se habla de fotogenia, pero son las condiciones de posibilidad del acto fotográfico lo que permiten o deniegan el paso trascendente bidireccional de la imagen al sujeto, y viceversa, la mirada reversible.

El acto fotográfico es sumamente delicado es, para el fotógrafo, un camino en el que debe ofrecer las condiciones en las que el sujeto, que está siendo continuamente, proyecte su imagen, capte su ser en su corporeidad incidida por la luz y por otro lado, el fotógrafo lleva al sujeto por el camino donde éste debe expresar eso que siente que es, aún a pesar de lo inconsciente de ese saber/sentir. Es un acto de libertad guiada, de confluencia de sentidos que se plasman en la imagen. Por eso la imagen, el cuerpo del fotógrafo se lanzan frente al sujeto o frente al objeto y en esta vibración (que varía de intensidad, calidad y potencia según los casos) surge la imagen como consecuencia y fruto de este doble sentido de la imagen (entiéndase “doble” en ambos sentidos). La mayor parte de las fotografías y, principalmente, la mayor parte de los fotógrafos emiten una vibración hueca, ruidosa, quasiunidireccional como voces mal afinadas y empastadas. En la vibración justa de la armonía (ya sea pentatónica, heptatónica o atonal) se da el acto fotográfico trascendente que nos interesa. Fuera de él estamos ante otro tipo de imágenes de las que ya hemos hablado, documentales o artísticas.

En esta vibración se encuentra el rasgo diferenciador de la fotografía Psychomental frente al resto de la comunidad de las imágenes. Es lo que hace que, aún por encima del propio sujeto podamos tener en la fotografía un lenguaje de tan alto nivel que se pueda considerar puramente deíctico*. Que se desarrolle

// Proceso //
Me coloco tras la cámara o, mejor dicho, coloco a la cámara entre el sujeto y mis ojos. Mis ojos son mi mente y mi mente son mis ojos. Antes de disparar, la foto ya está hecha... casi. Sólo queda el momento preciso, el momento eterno en el que la vida… Las fotos no “salen”, se hacen… Miro con el ojo izquierdo, casi nadie lo hace, ni zurdos ni diestros. Simplemente miran con el ojo derecho, el hemisferio de la creatividad y del sentimiento.
Recuerdo el color de un documental alemán para televisión que hablaba del relieve, de las capacidades de la visión “bioscópica”, Recuerdo haber bajado por las escaleras del edificio desde el sexto piso tapandome el ojo derecho y de repente taparme el ojo izquierdo. Apenas unas sombras. El razonamiento lógico, la

Miro, pienso, creo, soy…

“La letra Mata” decía Platón e incluso lo pensaba… Nosotros creemos que la letra no mata, sino que vivifica, estimula y permanece. La foto es muerte dice Barthes… y tantos otros. No es así… la foto mantiene la vida, la imagen, la apariencia, el código, el sentido.

Frente a la dicotomía fenómeno/noúmeno. La fotografia vuelve al saber presocrático en el que el ver es el saber. El fenómeno es el noúmeno.

La robótica y la inteligencia artificial nos darán nuevas perspectivas respecto al paradigma de la visión.